La actividad industrial ha
sido el motor del desarrollo italiano, y el actual eje de su economía. Frente a
ello, las actividades agrícolas han experimentado un considerable retroceso,
tanto en ocupación de la población activa (7,3 %), como en su participación en
el PIB (3,7 %). La producción agrícola no abastece la demanda alimenticia de la
población, y es especialmente escasa en la rama ganadera: bovino (Cerdeña) y
porcino (Emilia-Romaña).
La agricultura está más
extendida con cultivos de cereales (trigo, arroz ―primera productora europea―,
maíz), leguminosas, plantas industriales (remolacha azucarera), hortalizas
(pimientos, berenjenas,cebollas) y flores. Mención especial merece la
fruticultura (peras, melocotones y manzanas en Emilia, Véneto y Campania;
agrios en Sicilia), el olivo (en Liguria y el Mezzogiorno), que genera la
segunda producción mundial de aceite (435.300 t), y finalmente, la vid, cuyo
cultivo sitúa a Italia a la cabeza de la producción mundial de vinos (68,6
millones de hl), reconocidos internacionalmente por su calidad
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